era tan tan tan...

Era tan tan tan...

Era tan gafe, tan gafe que se sentó en un pajar y se pinchó con la aguja Era tan gordo, tan gordo que cuando se caía de la cama se caía por los dos lados Era tan alto, tan alto que tropezó el jueves y se cayó el domingo
Era una vaca tan flaca, tan flaca que en vez de dar leche daba lástima Era tan pequeñita, tan pequeñita que no le cabía la menor duda Era tan calvo, tan calvo que no tenía ni un pelo de tonto
Era tan simple, tan simple que ponía azúcar en la almohada para tener dulces sueños Era tan tonto, tan tonto que vendió la televisión para comprarse un vídeo Tenía el pelo tan largo, tan largo que cuando estornudaba se daba latigazos
Era uno tan tontín, tan tontín... que le llamaban campana Era tan miope, tan miope que tropezaba con su propia sombra Era un príncipe tan feo, tan feo que Cenicienta se fue del baile a las once y media
Era tan bajito, tan bajito que para bajar de la acera saltaba en paracaídas Era un príncipe tan feo, tan feo que Cenicienta se fue del baile a las once y media Era tan tonto, tan tonto que no usaba clips porque no traían manual de instrucciones
Era una chica tan mona, tan mona que sólo comía cacahuetes Era tan viejo, tan viejo que le seguían los buitres Era una adivina tan buena, tan buena que aparte de adivinar el futuro adivinaba también el pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo
Era tan alto, tan alto que cuando comía yogures le llegaban caducados al estómago Era tan lento, tan lento que corrió una carrera él solo y llegó el último Era tan pobre, tan pobre que solo era "po"

Era una iglesia tan pequeña, tan pequeña que el cura en vez de decir "podéis sentaros" decía: "¡cuerpo a tierra!" Era tan feo, tan feo que se ganaba la vida asustando niños Era tan alto, tan alto que siempre tenía una nube en el ojo
Era tan flaca, tan flaca que se comió una lata de garbanzos y parecía un rosario Era tan vago, tan vago que quería cazar caracoles y se le escapaban de las manos Era una pueblo tan pobre, tan pobre que el arco iris salía en blanco y negro
Era tan pequeño, tan pequeño que se ahogó en la sopa Era un niño tan pelota, tan pelota que se iba botando al colegio Era tan gordo, tan gordo que necesitaba un boomerang para ponerse el cinturón
Era tan flaca, tan flaca que tenía que pasar diez veces para que se le viera Era un verano tan caluroso, tan caluroso que las gallinas ponían los huevos fritos Era tan alto, tan alto que cuando miraba abajo le daba vértigo
Era un verano tan seco, tan seco que las vacas daban leche en polvo Era tan alto, tan alto que cuando se agachaba a abrocharse los zapatos hacía noche en el ombligo Era tan galán, tan galán que en las fiestas le colgaban las chaquetas
Era tan gordo, tan gordo que si viajaba en avión le hacían descuento de grupo Era tan vago, tan vago que de no moverse echó raíces Tenía los pies tan pequeños, tan pequeños que jugaba al fútbol con una canica
Eran tan incultos, tan incultos que viajaron a Venecia y volvieron enfadados porque todo estaba inundado Era tan feo, tan feo que salía de acampada y los lobos hacían una hoguera para que no se acercara Era una señora tan gorda, tan gorda que se hizo un vestido de flores y se acabó la primavera
Tenía las pestañas tan largas, tan largas que cuando pestañeaba abanicaba Era un río tan estrecho, tan estrecho que sólo tenía una orilla Eran tan tonto, tan tonto que fue a comprar lechugas y no compró ninguna porque estaban verdes
Era tan alto, tan alto que en vez de tomar café con leche, lo tamaba con San Pedro Era un hombre tan negativo, tan negativo que se desmayó un día y en lugar de volver en sí volvió en no Era un pueblo tan húmedo, tan húmedo que hasta las ranas tenían reuma
Era un niño tan feo, tan feo que cuando jugaba al escondite nadie lo buscaba Eran un hombre tan honrado, tan honrado que encontró un trabajo y lo devolvió Era una mujer con la boca tan pequeña, tan pequeña que en vez de decir tres decía: "uno, uno, uno"
Era una casa con las paredes tan delgadas, tan delgadas que cuando mi madre pelaba cebollas lloraba la vecina Era tan alto, tan alto que se tropezó en un pueblo y cayó en otro Eran tan fuerte, tan fuerte que se pasaba el día doblando las esquinas
Era una calle tan ancha, tan ancha que en vez de pasos de cebra tenía pasos de elefante Era tan rápido, tan rápido que se puso a dar vueltas a un árbol y se tropezó con el culo Era un hombre que tenía tanta mala suerte, tanta mala suerte que le salieron tres limones en una máquina tragaperras y en lugar de dinero le cayó un exprimidor
Era una iglesia tan pobre, tan pobre que la misa del gallo la hacían con avecrem    
Era tan malo, tan malo que se daba miedo a sí mismo Era tan pequeña, tan pequeña que en vez de dar a luz daba chispitas Era una casa con un pasillo tan largo, tan largo que sacaban la sopa hirviendo en la cocina y llegaba fría al comedor
Era tan despistado, tan despistado que se paso dos horas frente al espejo pensando de qué le sonaba esa cara Era tan alto, tan alto que no tenía sien, sino mil Era tan gafe, tan gafe que lo atropelló un coche aparcado
Era tan feo, tan feo que cuando exprimía un limón el que hacía muecas era el limón Era un chiste tan malo, tan malo que pegaba a los chistes más pequeños Era tan gorda, tan gorda que era mejor saltarla por encima que rodearla
Era tan bajo, tan bajo que no tenía sien sino sincuenta Era tan débil, tan débil que si parpadeaba se caía para atrás Era un bebé tan feo, tan feo que en vez de darle biberón le daban la espalda
Era una niña tan gorda, tan gorda que en clase se sentaba al lado de todos Era tan gorda, tan gorda que cuando nadaba con bañador blanco y negro, los de Greenpeace tenían que protegerla de los balleneros Era tan bruto, tan bruto que no usaba peine sino serrucho
Era tan bajito, tan bajito que la cabeza le olía a pies Era un niño tan flaco, tan flaco que, aunque iba al colegio, sus profesores le ponían falta Era tan alto, tan alto que por las noches se ponía una luz roja para que los aviones no chocaran con él
jaimedla
 
 
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